Si prefieres escuchar en vez de leer este texto, he transformado el texto en audio con IA y editado con Sountrap.
La música es el fenómeno artístico más bello, libre y más cercano para todos. Está en la televisión, el teléfono celular, el taxi, el bus. La música ocupa un lugar importante dentro de una lista de actividades que pueden ocasionarnos mucho confort y placer. Pero ¿de qué está hecha esa magia por la cual se puede recordar y experimentar, de manera consciente o inconsciente, emociones como la alegría, la pena, la tristeza, sorpresa, entre otras? ¿Qué hace posible que asociemos momentos intensos con una simple canción?
La música no solo es un arte, sino un idioma y posee reglas elásticas que pueden moldearse y establecer un discurso diferente para cada situación, inclusive teniendo el mismo contenido. El lenguaje musical se establece por elementos muy específicos y cada uno de ellos es la base del otro, así se forma una pirámide en donde los componentes están bien articulados unos con otros.
El primer componente da el movimiento a la música y se llama ritmo. El segundo es la melodía y es lo que se percibe con mayor claridad dentro de una canción. Por lo general, en una canción, este elemento está asociado directamente con una letra. El tercer elemento, en orden de importancia, es la armonía, que consiste en el balance entre los sonidos ejecutados en simultáneo.
Muchas veces hemos escuchado canciones que nos suenan alegres o positivas; y otras, por el contrario, tristes y hasta melancólicas. Esto se debe a la asociación que existe entre los sonidos de una canción. Todo tiene su origen en la escala musical y la distancia que existe entre los siete sonidos conocidos (do, re, mi, fa, sol, la y si). Existen distancias largas y cortas entre ellos: cuando la distancia es larga, la sensación percibida es de tranquilidad debido a la equidad entre los sonidos que se ejecutan. Por el contrario, cuando la distancia es corta, parecemos experimentar una sensación muy especial, íntima y sensible. He aquí un principio básico dentro de la construcción musical. Con estas distancias podemos construir grupos de sonidos llamados mayores y otros, menores. El grupo conocido como mayor tiene como eje las distancias largas (dos tonos en su primer grupo de sonidos), donde establecen una relación directa entre la tranquilidad y consonancia de la persona por la perfección de esta distancia. Las canciones más alegres están construidas con este tipo de sonidos. Por ejemplo, el Himno de la alegría, de Beethoven está en re mayor, y se percibe como una obra optimista y positiva. Otro ejemplo claro de esta relación es El Danubio azul, de Strauss.
Por otro lado, las canciones donde las relaciones entre los sonidos son cortas (tono y medio) se perciben de manera diferente. Las distancias cortas son percibidas de manera incompleta y crean una percepción no tan favorable. Muchos discutirán sobre este punto porque ninguna distancia es mejor que la otra. Tan solo los acordes mayores y menores se utilizan para crear diferentes atmósferas de acuerdo con la ocasión.
¿Y qué sucede cuando mezclamos ambas distancias en una obra con igual número acordes mayores (alegres) y menores (tristes)? Obtenemos una canción ambivalente y equilibrada con ambos tipos de sonidos. La melancólica está asociada con este tipo de fenómeno. Por lo general, las baladas románticas están compuestas por este tipo de combinaciones. Algunos ejemplos: Moon River de Henry Mancini, Nocturno No 2 de Chopin, Stand by me de Ben E. King, If I Fell de The Beatles.
El discurso musical se vuelve más específico cuando la música está acompañada de una letra con un tema específico. Pero no hace falta saber inglés u otro idioma, la música es entendida y tan solo se necesita escuchar con atención para poder sentir.
Luego de experimentar las emociones se dan paso a los sentimientos y a las conductas, entonces podemos evidenciar directamente el resultado de la música en los organismos: una sonrisa, una carcajada o una lágrima son signos del fenómeno musical. Es clave dentro de este momento establecer la relación entre experiencia musical y recuerdo vivido. Un tema musical puede despertar un recuerdo si es que pertenece a una etapa especial. La memoria tiene un fuerte componente emotivo, y la música es una fuente perfecta para evocar imágenes, palabras y escenas del pasado.
Indudablemente, la música está asociada a los recuerdos de la infancia, adolescencia, juventud. Es clásico que busquemos revivir momentos; transportarnos mentalmente, aunque sea un instante, hacia aquellos ecos del pasado que nos vieron sonreír; recordar una pena, a modo de catarsis; o tan solo revivir una lágrima que te dijo alguna vez que estabas vivo y que sentías.
José Martín Marcos
Docente del Departamento de Artes Escénicas, compositor y psicólogo
Extraído de https://puntoedu.pucp.edu.pe/opinion/por-que-una-cancion-es-alegre-o-triste/